Dos jovencitas tetonas violan al granjero


Entre los legados que mi padre nos ha dejado se encuentra una granja. Desde que murió, mi hermana y yo nos hemos mudado a ese lugar para administrar negocios desde allí. E inmediatamente después de vivir allí, nos dimos cuenta de que era el lugar perfecto para dar placer a nuestros coños. Hubo un granjero en particular que nos gustó mucho, pero el hijo de puta nos ignoró. Esto nos hizo enojar, somos las dueñas y el tenia que complacernos en todo. Entonces, un día, mientras dormíamos en el granero, mi hermana y yo atamos al hombre. Cuando se despertó, lo obligamos a follar con nosotras. Le dimos una mamada aunque se resistió. Y cuando su polla se puso dura, lo follamos a la fuerza.